Comentarios para servir a la construcción práctica de la máquina para viajar en el tiempo por el Dr. Faustroll (1) de Alfred Jarry (2)
- Ramiro Gogna
- 7 jun 2024
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 7 jun 2024
I. La naturaleza del medio
No es más difícil concebir una Máquina para explorar el Tiempo que para explorar el Espacio, que consideremos el Tiempo como la cuarta dimensión del Espacio, o como un lugar esencialmente diferente por su contenido.
Definimos usualmente el Tiempo: el lugar de los acontecimientos, como el Espacio es el lugar de los cuerpos. O con más simpleza: la sucesión, mientras el Espacio – que se trate del espacio euclidiano o en tres dimensiones, del espacio en cuatro dimensiones, implicado por la intersección de varios espacios en tres dimensiones; de los espacios de Riemann, en donde las esferas se pueden dar vuelta, el circulo siendo línea geodésico sobre la esfera del mismo rayo; de los espacios de Lobatchewski, en donde el plano no se da vuelta; o de todo espacio otro que el euclidiano, reconocible a que no se puede, como en este , construir dos figuras similares – es la simultaneidad.
Toda parte simultánea del Tiempo es extendida y entonces explorable con la ayuda de máquinas para explorar el Espacio. El presente está Extendido en tres direcciones. Que uno se transporta hacia un punto cualquiera del pasado o futuro, este punto, en el momento de la estadía, es presente y extendido en tres direcciones.
El Espacio o Presente tiene recíprocamente las tres dimensiones del Tiempo: el espacio recorrido o pasado, el espacio por venir y el presente propiamente hablando.
El Espacio y el Tiempo son conmensurables: la exploración por conocimiento de los puntos del Espacio, se puede hacer solo a lo largo del Tiempo, y para medir cuantativamente el Tiempo, lo llevamos al Espacio de las esferas de los cronómetros.
El Espacio y el Tiempo, de misma naturaleza, pueden ser considerados como estados físicos diferentes de una misma materia, o como modos diversos de movimiento. Aun tomándolos solo como formas del pensamiento, vemos el Espacio como una forma sólida y un sistema rígido de fenómenos, mientras que se volvió poéticamente banal comparar el Tiempo a un líquido animado de un movimiento rectilíneo uniforme, constituido por moléculas móviles cuya más pequeña facilidad de deslizamiento o la viscosidad es en definitiva solo la consciencia.
El Espacio siendo fijo alrededor de nosotros, para explorarlo, nos movemos en el vehículo de la Duración. En cinemática juega el papel de una variable independiente cualquiera, en función de la cual se determinan las coordenadas de los puntos considerados. La cinemática es una geometría: los fenómenos no tienen ni antes ni después, y el hecho que creamos esa distinción evidencia que estamos llevados a lo largo de ellos.
Nos movemos en el sentido del Tiempo y con la misma velocidad, siendo nosotros mismo parte del presente. Si podríamos quedar inmóviles, en el Espacio absoluto, a lo largo del curso del Tiempo, es decir encerrarnos súbitamente en una Máquina que nos aísla del Tiempo (salvo el poco de “velocidad de duración” normal de la cual quedaremos animados debido a la inercia) , todos los momentos futuros o pasados (advertiremos más lejos que el Pasado es más allá del Futuro, visto desde la máquina) serian explorados sucesivamente, al igual que el espectador sedentario de un panorama tiene la ilusión de un viaje rápido a lo largo de paisajes sucesivos.
II. Teoría de la máquina
Una Máquina que nos aísla de la Duración, o de la acción de la Duración –envejecer o juvenecer, alteración física impresa a un ser inerte por una sucesión de movimientos –, deberá volvernos transparentes a estos fenómenos físicos, hacernos atravesarlos sin que nos modifiquen ni desplazan. Este aislamiento será suficiente (es de hecho imposible combinarlo más perfectamente) si el Tiempo, pasándonos, nos comunica una impulsión mínima, pero que compensa la disminución de nuestra duración Usual conservada por inercia, disminución debida a un acción comparable a la viscosidad de un liquido o a la fricción de una máquina.
Estar inmóvil en el Tiempo significa entonces atravesar (o ser atravesado por, sin consecuencias, como un vidrio deja paso sin ruptura a un proyectil, o mejor como el hielo que se reconstituye después del corte con un alambre de hierro, o como un organismo es atravesado sin lesión por una aguja aseptizada) todos los cuerpos, todos los movimientos o todas las fuerzas cuyo lugar sucesivo será el punto del Espacio elegido por el Explorador para la partida de su MÁQUINA PARA ESTAR INMOVIL.
La Máquina del Explorador del Tiempo debe:
Ser de una rigidez, es decir de una elasticidad absoluta, con el fin de penetrar el sólido más denso a la manera de un vapor infinitamente diluido.
Sujetada a la gravedad a fin de quedarse en el mismo lugar del espacio, pero suficiente independiente del movimiento diurno de la Tierra para conservar una dirección invariable en el Espacio absoluto; en consecuencia, aunque pesada, es incapaz de caída si el piso, a lo largo del viaje, viene a excavarse.
No magnética, a fin de no ser influida en la vuelta (veremos más lejos por qué) por la rotación del plan de polarización de la luz.
Existe un cuerpo ideal que satisface a la primera de esas condiciones: el ÉTER LUMINÍFERO, sólido elástico perfecto, dado que las vibraciones de ondas se propagan adentro a la velocidad que sabemos; penetrable a todo cuerpo o penetrando todo cuerpo sin fricción calculable, ya que la Tierra gravita allí como en el vacío.
Pero, y es su única semejanza con el cuerpo circular o éter aristotélico, no es de naturaleza grave; y, dando vuelta en su conjunto, determina la rotación magnética descubierta por Faraday.
Sin embargo, un aparato muy conocido es un excelente modelo de éter luminífero, y satisface los tres postulados.
Recordemos brevemente la constitución del éter luminífero. Es un sistema ideal de partículas materiales, actuando las unas sobre otras mediante resortes sin masa. Cada molécula es mecánicamente la envoltura de un contrapeso a resorte cuyos ganchos de suspensión están conectados a los de las moléculas vecinas. Una tracción sobre el gancho de la última molécula provocará el temblor de todo el sistema, exactamente como avanza el frente de la onda luminosa.
La estructura del contrapeso a resorte es análoga a la circulación sin rotación de líquidos infinitamente grandes a través de aperturas infinitamente pequeñas, o a un sistema articulado de varillas rígidas y de volantes en movimiento rápido de rotación, llevados por todas o por algunas de esas varillas.
El contrapeso a resorte difiere del éter luminífero solo porque pesa y no gira en su conjunto, como tampoco lo haría el éter luminífero en un campo desprovisto de fuerza magnética.
Si ponemos las velocidades angulares de los volantes cada vez más grandes, o los resortes cada vez más tensos, los periodos de movimientos vibratorios elementales se volverán cada vez más cortas y las amplitudes cada vez más débiles: los movimientos se volverán cada vez más similares a los de un sistema perfectamente rígido formado de puntos materiales móviles en el Espacio y girando según la ley para el movimiento de rotación bien conocida de un cuerpo rígido con movimientos de inercia iguales alrededor de sus tres ejes principales.
En síntesis, el elemento de rigidez perfecto es el giróstato.
Conocemos estos marcos de cobre, redondos o cuadrados, que tienen un volante en rotación rápida sobre un eje interior. En virtud de la rotación, el giróstato se mantiene en equilibrio sobre cualquier lado. Si desplazamos el centro de gravedad un poco fuera de la vertical del punto de apoyo, gira en azimut y no se cae.
Sabemos que el azimut es el ángulo que hace con el meridiano el plano determinado por la vertical del lugar y por un punto dado, una estrella, por ejemplo.
Cuando un cuerpo es animado con un movimiento de rotación alrededor de un eje del cual un punto es llevado con el movimiento diurno del globo, la dirección de su eje de rotación sigue invariable en el Espacio absoluto, de tal manera que para un espectador llevado sin que se entere en la rotación diurna, ese eje pareciera moverse de manera uniforme alrededor del eje del globo, exactamente como lo haría un lente paraláctico apuntando continuamente hacía una misma estrella muy vecina del horizonte.
Tres giróstatos en rotación rápida, cuyas líneas de los cojinetes son paralelas a las tres dimensiones generan la rigidez cúbica. El Explorador sentado en la silla de la Máquina es –mecánicamente – encerrado en un cubo de rigidez absoluta, que puede penetrar sin modificación todo cuerpo, a la manera del éter luminífero.
Y acabamos de ver que la Máquina está suspendida según una dirección invariable el Espacio absoluto, pero en relación con el movimiento diurno de la Tierra, a fin de tener un punto de referencia del tiempo recorrido.
No tiene ninguna parte magnética, como lo revelará su descripción.
III. Descripción de la máquina
La Máquina se compone de un marco de ébano, análogo al cuadro de acero de una bicicleta. Las vigas de ébano están juntadas por empalmes de cobre soldados entre ellos.
Los tres toros (3) (o volantes de los giróstatos), en los tres planos perpendiculares del espacio euclidiano, son de ébano enarcado de cobre, montados según sus ejes sobre varillas de chapa de cuarzo encintado en espiral (la chapa de cuarzo se fabrica con los mismos procedimientos que el hilo de cuarzo), las extremidades pivotando en chumaceras de cuarzo.
Los cuadros circulares o las horquillas semi-circulares de los girostatos son de níquel. Bajo la silla, un poco hacia adelante, están los acumuladores del motor eléctrico. No hay otros hierros en la Máquina que el hierro dulce de los electroimanes.
El movimiento es transmitido a los tres toros por cajas de bobines y cadenas sin fin de hilo de cuarzo, envueltas sobre tres ruedas dentadas, en el mismo plano cada una a cada una con los toros, y unidas entre ellas y al motor por un aparato con tren de engranajes y piñones de ángulo. Un triple freno controla simultáneamente los tres ejes.
Cada vuelta del volante anterior acciona un disparador, y cuatro diales de marfil, yuxtapuestos o concéntricos, por el intermediario de una rueda de gorjas y de un hilo sin fin, graban los días, los miles, millones, y centenas de millones de días. Un dial especial, por la extremidad inferior del eje del giróstato horizontal, está en relación con el movimiento diurno terrestre.
Un mando, inclinándose hacia delante mediante un asa de marfil, en un plano paralelo al longitudinal de la Máquina, regula la aceleración del motor; una segunda asa, mediante una barrita articulada, frena el progreso. Veremos que la vuelta del futuro al presente se hace por una disminución de velocidad de la marcha de la Máquina, y la marcha hacia adelante en el pasado por una velocidad aún mayor (para producir una inmovilidad de duración más perfecta) a la marcha hacia adelante en el futuro. Para la parada en un punto cualquiera de la duración, un mando bloquea el triple freno.
La Máquina en reposo es tangente al suelo por los cuadros circulares de dos de los giróstatos; en marcha, el cubo girostático siendo inamovible en rotación, o por lo menos mantenido en desviación angular que determinaría un torque constante, la Máquina es liberada en azimut sobre la extremidad del eje del giróstato del plan horizontal.
IV. Marcha de la máquina
Por las acciones girostáticas, la máquina es transparente a los espacios sucesivos del Tiempo. No dura, y mantiene sin duración, protegida de los fenómenos, su contenido. Que oscila en el Espacio, que el Explorador tenga aun la cabeza abajo, ve sin embargo normalmente y continuamente en el mismo sentido los objetos un poco alejados, porque no tiene punto de referencia, ya que todo lo que está cerca es transparente.
Como no dura, no transcurrió ningún tiempo, durante el viaje, tan largo como sea, aun si se detuvo fuera de la Máquina. Hemos dicho que dura como una fricción o una viscosidad, duración prácticamente sustituible a la que hubiera seguido sintiendo sin subir en la Máquina.
La Máquina puesta en marcha se dirige siempre hacia el futuro.
El Futuro es la sucesión normal de los fenómenos: una manzana está en el árbol, caerá; el Pasado es una sucesión inversa: la manzana cae ― del árbol. El Presente es nulo. Es una pequeña fracción de un fenómeno. Más pequeña que un átomo. Sabemos que la dimensión de un átomo material, es, según su diámetro, de centímetros 1,5X10 ¯⁸. Aún no hemos medido la fracción de segundo de tiempo solar promedio al cual es igual el Presente.
Al igual que en el Espacio, se necesita, para que un móvil se desplaza, que sea más pequeño en el sentido de su contenedor (el tamaño) que el contenedor, se necesita para que la Máquina se desplaza en la Duración que sea menor en duración que el Tiempo, su contenedor, es decir más inmóvil en la sucesión.
Sin embargo, la inmovilidad de duración de la Máquina es directamente proporcional a la velocidad de rotación de los giróstatos en el Espacio.
El futuro siendo designado por t, la velocidad espacial o lentitud de duración, necesaria para explorar el futuro, tendrá que ser, V siendo una cantidad de tiempo:
V ‹ t
Cada vez que V se acerca de 0, la Máquina retrocede hacia el Presente.
La marcha en el Pasado consiste en la percepción de la reversibilidad de los fenómenos. Veremos la manzana rebotar de la tierra sobre el árbol, o resucitar el muerto, luego la bala volver a entrar en el cañon. Ese aspecto visual de la sucesión ya es conocido, como pudiéndose alcanzar teóricamente adelantando la luz, y luego siguiendo alejándose de una velocidad constante, igual a las de la luz. La Máquina al contrario transporta el Explorador con todos sus sentidos en plena Duración y no persiguiendo imágenes guardadas por el Espacio. Le bastará con acelerar la marcha hasta que el dial grabador de la velocidad (recordemos que la velocidad de los giróstatos y la lentitud de duración de la Máquina, o sea la velocidad de los eventos en sentido contrario, son sinónimos) marque
V ‹ -t
Y seguirá con una velocidad uniformemente acelerada que arreglará casi según la fórmula de la ley de gravitación de Newton, porque un pasado anterior a -t está anotado con ‹ -t, y para alcanzarlo deberá leer en el dial una cifra equivalente a
V ‹ (‹-t)
V. El tiempo visto de la máquina
Cabe señalar que hay dos Pasados para la Máquina: el pasado anterior al presente nuestro, o pasado real y el pasado construido por la Máquina cuando vuelve a nuestro Presente, y que es solo la reversibilidad del Futuro.
De la misma manera, la Máquina solo pudiendo alcanzar el Pasado real después de haber transcurrido el Futuro, pasa por un punto, simétrico a nuestro Presente, punto muerto como él entre futuro y pasado, y que llamaríamos precisamente Presente imaginario.
El Tiempo se presenta de esta forma al Explorador sobre su Máquina como una curva, o más bien como una superficie de curva cerrada, análoga al éter de Aristóteles. Hemos escrito nosotros mismo (Gestos y Opiniones, Libro VIII) por una casi misma razón en otra época Eter-nidad (4). El espectador privado de la Máquina ve la extensión del Tiempo por debajo de la mitad, sensiblemente como primero vimos plana la Tierra.
Deducimos fácilmente de la marcha de la Máquina una definición de la Duración.
Considerando que es la reducción de t a 0 y de 0 a -t, diríamos:
La Duración es la transformación de una sucesión en una reversión.
Es decir:
EL PORVENIR DE UNA MEMORIA.
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Notas
(1) Traducción del francés al castellano de Alexiane Bloch.
(2) En la literatura se inventan maquinas, se imaginan modos de existencias entre lo humano y la maquina, que luego el concepto reflexivo y la construcción concreta, realizan. Gilles Deleuze hace, no sin humor, de Alfred Jarry un precursor de Martin Heidegger. En el texto de 1899 que aquí traducimos -«Commentaires pour servir à la construction pratique de la machine à voyager dans le temps » par le Dr Faustroll” [en la edición de Pléiade, tomo I, pp. 734–743]-, el dr. Faustroll plantea una serie de temas que tendrán durante el siglo veinte múltiples desarrollos conceptuales: una teoría de las máquinas como complemento de reflexiones patafísicas sobre el problema del ser; la patafísica como superación de la metafísica y la técnica como realización de la metafísica, el reticulado técnico que frenéticamente domina el mundo, etc. A diferencia de la meditación heideggeriana, la patafísica nace promocionando la técnica planetaria, uno de cuyo signo es la bicicleta; no se trata de que la ciencia no piensa, sino que a través de la ciencia y la experiencia de las máquinas se abre la posibilidad de superar el olvido del ser. La ciencia y la técnica, no son clausura sino apertura del tiempo, posibilidad de nacimientos constantes. La máquina, en cuanto acoplada al mundo, revela trazos “que corresponden a las potencialidades o virtualidades moleculares de todas las partes de un objeto.” Para el patafísico, hace crecer las posibilidades de ser. Una máquina es siempre una máquina de explorar el tiempo: hace de la presencia un prisma que simultáneamente presente, pasado y futuro. Efecto del advenimiento de la era técnica, y producto de sus operaciones sobre el mundo y el hombre, la misma relación hombre - máquina se transforma, en tanto que la maquina misma se empalma con el modo de existencia humano, y mantiene la fuerza de reguladora.
(3) Es decir, “bocel”, “moldura.”
(4) En el texto original “Ethernité”, neologismo formado de “éternité“ (eternidad) con la sustancia “éther“ (eter).
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