La filosofía de Maurice Florence (I)
- Ramiro Gogna
- 5 sept 2023
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Ramiro Gogna

Maurice Florence, autor apenas conocido por una reseña de la obra de un célebre filosofo que hizo todo por borrar la obra y al autor. Acaso Florence, fiel discípulo del filósofo enmascarado, haya buscado obstinadamente borrarse, salir de escena… ser un autor póstumo. El reciente descubrimiento del archivo personal parece dar cuerpo a un personaje que siempre se lo consideró como el seudónimo de Michel Foucault. Resulta de un primer vistazo a los documentos que Florence se dedicó a estudiar la historia de las sociedades no europeas con el método experimental de su maestro.
Florence nació y vivió hasta la adolescencia en Montevideo, donde su madre trabajaba como diplomática. Solía firmar sus cartas al maestro como el montevideano. En la primera página de un gran volumen encarpetado en rojo que le dedicó a Foucault, leemos un enunciado inquietante, la frase gancho:
Los filósofos hasta ahora sólo se ocuparon de interpretar a Marx, pero se trata más bien de transformarlo.
Existen cartas extensísimas que dirige M. Florence a M. Foucault, desde distintos lugares de Sudamérica. El enorme epistolario de Florence arroja las primeras pistas del personaje. Del primer contacto con la masa de textos privados podemos saber que Florence pasó la mayor parte de su vida adulta entre Bolivia, Perú, y la región del Chaco; que su primer desembarco fue con un grupo de etnólogos entre los que se contaban Pierre y Hélène Clastres. Mientras los etnógrafos se dirigieron a las selvas directamente (en busca de los tupí-guaraní, los guayaki), Florence tomó rumbo a las capitales principales en busca de archivos y fuentes históricas para estudiar las sociedades americanas de los siglos XVI, XVII, XVIII.
Jean-François Bert cuenta treinta cajas con carpetas numeradas que contienen investigaciones, fragmentos, citas del archivo colonial, debates historiográficos, etc. Para enumerar algunos de los textos contenidos en estas cajas –de una obra sin lectores salvo M. Foucault si sacamos la conclusión de que los leyó por el hecho de que los documentos de Maurice Florece se encontraban mezclados entre el acervo que forma el archivo recientemente adquirido por la Bibliothèque Nationale de France:
_ un largo estudio sobre las llamadas leyes de Indias, que incluye una genealogía de las formas jurídicas desde el derecho visigodo hasta las Siete Partidas de Alfonso el Sabio,
_un grupo de ensayos de historia de las epidemias en América en el siglo XVI, donde desarrolla una hipótesis sobre el colonialismo y el nacimiento de una formación social,
_una investigación sobre la institución del protomedicato, los hospitales y la experiencia medica que afrontó los acontecimientos conocidos como la “catástrofe demográfica” indígena,
_una serie de textos fragmentarios reunidos bajo el título de La Gran Reducción, notas sueltas sobre la expansión del poder pastoral en las Indias, en particular la política de “reducción” de las poblaciones indias, analiza las estrategias de policía y el arte de gobierno en las Indias,
_notas sueltas como memorándums metodológicos, cánones de advertencias, listas de procedimientos interpretativos, lecturas y discusiones con historiadores latinoamericanistas,
-un texto en forma de dialogo en el que se debate sobre tesis clásicas del problema colonial: Dialogo entre un historiador, un etnólogo, y un sacerdote,
_ correspondencia más teórica que personal con etnólogos que estaban en el territorio americano, como los Clastres, Saignes, Lizot, donde circula la hipótesis de las sociedades amerindias como sociedades contra el Estado,
_un largo ensayo sobre historia de la cartografía americana
_unas Notas para la historia de la técnica en la América colonial.
_el mencionado volumen, compuesto de ensayos cortos sobre Foucault, intitulado El telescopio invertido, donde desarrolla una hipótesis que el filósofo expresa como al pasar en el curso Defender la sociedad, en el que sugiere que el colonialismo implica para el colonizador un efecto de retorno, un contragolpe por el que las formas de poder que resultan efectivas en el territorio colonizado vuelven y se reinscriben en el primer campo.
Este catálogo incompleto sólo menciona los volúmenes organizados por el propio autor y que apartemente fueron remitidos por Florence a Foucault, entre 1965 y 1972, desde distintas ciudades latinoamericanas. Muchas de las cajas contienen cientos de hojas sin ordenar, sólo referenciadas por fecha y lugar. Por ahora apenas estamos en condiciones de comentar sinópticamente la obra clasificada, dejando fuera el grueso de la correspondencia, las notas rizomaticas sobre una multiplicidad de temas reunidos en una nomenclatura: nomadología amerindia.
Pensar como un etnólogo nominalista…
se lee en el primero folio de notas contenidas en un cuaderno de rayas verdes.
Los legos hemos descubierto recientemente, a partir de intervenciones como las del profesor Alejandro Ruidrejo, que Foucault estuvo interesado y dio clases sobre Marcel Mauss en los años cincuenta. Las relaciones con Maurice Florence vienen de aquellas clases que habían sido pedidas por Althusser a Michel para la École Normale Supérieure de París. El profesor salteño ha mostrado hasta qué punto la discusión etnográfica se articulaba con el presente francés de los años sesenta. La antropología era un campo de batalla en el que el pensamiento neoliberal iba a poner a prueba sus hipótesis en dos focos: el presunto colectivismo de las reducciones jesuitas, y el sospechoso comunismo primitivo de los incas. Clastres, Signes, Florence, ¿Foucault?, se posicionan contra Levi-Strauss y los autores que afirman el carácter fundamental del intercambio en las sociedades, como estructura transhistórica. La hipótesis garfio -que le debe mucho a Mauss- es que las sociedades salvajes son sociedades contra el intercambio. Había que romper el cerco hegemónico del estructuralismo del intercambio, y avanzar hacia una genealogía de la deuda.
En la última parte de Las palabras y las Cosas (1966) se introducen reflexiones interesantes sobre etnología, que Florence rumea en detalle. Para la etnología que le interesa no hay sentidos que desentrañar, velos que correr, sino lo positivo y múltiple de un espacio concreto, territorializaciones y desterritorializaciones en vez de unidades ya dadas, arreglos estratégicos en vez de estructuras. La etnología, a pesar de su pecado de origen, es un tipo de saber que (promete) no pasa(r) por las categorías de lo negativo (ley, límite, castración, falta, carencia) como acceso a la realidad y forma para analizar el poder. La etnología como objeto de disputa, podía articularse con las políticas que rompan el movimiento que la hace nacer, o también podía bajo un discurso “antropológico” neoliberal profundizar el proceso de la colonización. Florence afirmaba la potencia de un campo de reflexión que cruza la etnografía y el psicoanálisis, como condiciones para una contra-ciencia de la modernidad. Subraya un pasaje dedicado a las ciencias humanas, en Las palabras…: “… desde Tótem y Tabú, la instauración de un campo que les sería común, la posibilidad de un discurso que podría ir de uno a otro sin discontinuidad, la doble articulación de la historia de los individuos sobre el inconsciente de las culturas y de la historicidad de estas sobre el inconsciente de los individuos, abren, sin duda, los problemas más generales que podrían plantearse respecto al hombre.”
La etnología del mundo colonial que desarrolla Florence analiza los procesos inconscientes que determinan el nacimiento de una sociedad, y procura no asimilar los mecanismos y las fuerzas actuantes en ese conjunto a la monotonía de la represión del opresor blanco contra la víctima indígena. La etnología que realiza Florece se dirige hacia fuera de la conciencia y muestra cómo se efectúa la codificación de las grandes funciones biológicas, las reglas de economía, las nuevas alianzas y las estrategias de gobierno colonial. En uno de los gruesos volúmenes de fragmentos, dedicados al estudio de las estrategias coloniales por las cuales la vida de las poblaciones indígenas era reglamentadas, describe su proyecto como la “etnología de un acontecimiento –el nacimiento de la megamaquina colonial-, y del tipo de devenir singular del que es capaz.”
En las ciudades americanas en las que habitó preferentemente en bidonvilles. Además de pasar largas horas en los archivos y las bibliotecas, se sumó a trabajos de base en los tiempos del gobierno popular de Juan Velasco Alvarado en Perú, también con organizaciones campesinas e indianistas en Bolivia. Pronto ya no pudo cruzar las fronteras sino clandestinamente. En los inicios de los años setenta, sabemos por la correspondencia, que tenía planeado encontrarse con Foucault, quien había sido invitado por la Universidad de São Paulo a dictar unas conferencias. Maurice Florence nunca llegó al encuentro, y nadie supo más de su paradero. Salvo por una crónica periodística que ubica a un profesor francés salvando archivos de un edificio municipal en Sucre, y el parágrafo dedicado a psicoanálisis y etnografía de El Anti-Edipo en el que citan un texto inédito de Florence (sólo citan el título “Un état pour les villes argentines”, aunque el subtítulo es sugerente, “Benjamin Victorica et la conquête du Chaco”), todo conspiró a favor de un destino de escritor póstumo.
Santiago del Estero, Julio de 2019.
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