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La pregunta por la técnica (1953) M. Heidegger

  • Inti Díaz Morán
  • 11 sept 2023
  • 10 Min. de lectura

Inti Díaz Morán



Heidegger nos hace considerar que la esencia de la técnica no es propiamente algo técnico. Estamos tan encadenados a la técnica que, aunque la neguemos o afirmemos “apasionadamente” -incluso si la consideramos de modo neutro-, no captamos la cuestión de la esencia técnica. Como sea, Heidegger no hace una crítica de esa incomprensión desde un humanismo clásico, sino que quiere enraizar los aportes de esa tradición en sus condiciones históricas y filosóficas, no como un valor de verdad autoevidente por sí mismo. Por eso pone entre paréntesis principios sumamente relevantes como el trabajo - muy arraigados desde la tradición de Hegel y Marx-, quiere pensar a los hombres desde otro lugar tal como lo piensan los humanismos tradicionales de Occidente. En esa sintonía se realiza la pregunta por la técnica. En el texto referido, al decir esencia está pensando en un modo de procedimiento, un modo de ser o de existir, una forma de desplegarse. Por ejemplo, al decir Hauswesen, en alemán “esencia de la casa”, está queriendo poner en palabras aquello que configura todo lo que para nosotros es casa. Esencia entonces tiene carácter de acontecer: está preguntando por el modo en que acontece históricamente la técnica en tanto desocultamiento. Sería más bien el modo de “esencializarse”, el modo en que acontece la técnica en el mundo en la medida en que es una forma de desocultar o develar.


Al mismo tiempo el filósofo alemán quiere separarse tanto de las visiones instrumentales de la técnica, como de la así llamada concepción “antropológica” –en la que se puede incluir a Engels o a Ortega y Gasset, entre otros-. El gesto heideggeriano propone correrse de aquella mirada que entiende que el ser humano se constituye como tal desde que fabrica la primera herramienta, es decir, humanidad porque hay técnica; como también de la idea de que la técnica es sólo el instrumento por el cual el hombre hace apto su entorno para poder vivir. La técnica es más que eso. Nuestra visión del mundo es técnica. Heidegger intenta parar la pelota en un momento donde todo, incluso el ser humano, es visto desde el paradigma de la producción: todo es producido. Todo lo entendemos técnicamente. La técnica es un modo de entender el mundo, el hombre, y por lo tanto el ser.


Por otro lado, hay que señalar que está posicionado ante el contraste entre el humanismo moderno y los acontecimientos tecnológicos concretos del sXX: las dos guerras “mundiales”, la energía nuclear, la bomba atómica, la emergencia de tecnologías digitales y de información, la biología molecular, la expansión de los medios de comunicación, entre otros factores históricos. Por esa época despega la cibernética, pero también la filosofía de la técnica. Esta última, sin embargo, desde sus antecedentes del siglo anterior, carga con la pesada herencia humanista: se piensa el fenómeno técnico desde el hombre. Esos acontecimientos tensionan con esa herencia. Ese es el punto de partida de la reflexión de Heidegger.


1) La pregunta por el ser desde la técnica


La pregunta por la técnica es una forma de preguntarse por el ser y por las cosas. Heidegger va cuestionar en primer lugar, dos ideas comunes: la técnica como medio para un fin y como hacer del hombre. La técnica como aquello que elabora y utiliza instrumentos, aparatos, máquinas, a las que pertenecen las necesidades de fines humanos a los que sirven. En segundo lugar, cuestiona la determinación instrumental y antropológica de la técnica, que también hacen aportes correctos, dice Heidegger, al pensarla como un medio. Pero si la concepción instrumental determina todos los esfuerzos técnicos, entonces de lo que se trataría sería de manejar la técnica de un modo adecuado. Es decir, hay que dominar la técnica urgente ante la amenaza de que se escape del control del hombre. Aun así, la correcta determinación instrumental tampoco nos muestra la esencia de la técnica.


¿Qué pasa con querer “dominar” la técnica? ¿En dónde nos hemos perdido?, se pregunta Heidegger, para afirmar que la técnica no es un simple medio sino un modo de desocultamiento. Y como tal pertenece al ámbito de la verdad (p.121) ¿Que tiene que ver la técnica con el desocultar y la verdad? Todo, va decir Heidegger, porque en los modos de desocultar se funda el producir, la póiesis. Ese es el rasgo fundamental de la técnica. En el sentido griego póiesis es no solo traer a la forma y figura, es un modo de aletheia. La techné es algo poiético. Quien fabrica algo desoculta lo que hay que pro-ducir. Las cuatro causas aristotélicas se juegan dentro del producir, de la póiesis. Por esos modos se llega a aparecer lo que crece, como también lo que tiene “hechura” artesanal o artística.


El que fabrica algo desoculta, como si algo virtual se desbloqueara, un modo nuevo de producir. Pero esto no puede aplicarse a una lectura de la técnica moderna de máquinas - que precisamente es la que nos perturba y nos mueve a preguntarnos por “la” técnica. ¿Y qué es la técnica moderna para Heidegger? Justamente un desocultamiento de lo nuevo, pero que no se despliega en el producir como una póiesis sino como un provocar que pone a la naturaleza en “la exigencia de liberar energías, que en cuanto tales puedan ser explotadas y acumuladas” (Heidegger, 1997 p.123). Ese es el eje del problema. Ejemplos de esto es que una región es provocada a la extracción de carbón y minerales, por lo tanto, la tierra es “desocultada” como recurso, el suelo es “desbloqueado” como lugar de minerales. La técnica moderna provoca energías exigiéndole a la naturaleza. La central hidroeléctrica puesta en el río Rhin, nos dice, desoculta la energía del agua como energía eléctrica (2). Se des-cubren energías “ocultas” en la naturaleza, y además lo “descubierto” es transformado, puede ser acumulado, repartido, renovado, cambiado, etc. Todas estas técnicas son para Heidegger modos de desocultar lo presente, en un movimiento de develamiento de lo real como un modo constante de establecer.


Heidegger piensa que la teoría física moderna de la naturaleza prepara el camino de la esencia de la técnica moderna, no obstante, ésta se oculta desde hace bastante tiempo ahí donde se inventaron máquinas motrices y se ha puesto en marcha la era atómica (3). Pero es engañoso pensar que la técnica moderna es sólo la ciencia natural aplicada, nos dice, esto se deriva de que tiene que ver con lo dispuesto como forma particular de ese establecer algo como constante. Esa es la esencia de la técnica moderna. Cuando Heidegger dice que la técnica moderna desoculta lo real como constante, quiere indicar que no es sólo un mero hacer humano, no es un simple medio (Heidegger, 1997 p.130), sino que es lo que causa que el hombre de la era técnica esté provocado de un modo especial: mirar en la naturaleza un almacén de energías, porque todo lo dispuesto exige de la naturaleza como algo constante y que no se va acabar.


Por otro lado, señalar que destino no es solamente algo fijo como representación objetiva de lo histórico, es también producción, producir, póiesis. Disponer, “lo dispuesto”, pertenece al destino del desocultar. Desde ese punto de vista, la técnica es el destino final de nuestra época. Esta situación es producto del recorrido de la técnica moderna. Ésta es un “desocultar provocante”, es decir, provoca una materia a disposición para ser consumida o acumulada. Sólo así podemos comprender que la técnica moderna es la “culminación de la metafísica occidental”. No es fortuito, no es casual o una desviación, sino la consumación misma del olvido del ser: somos meros entes, todo es una entidad, incluido el hombre.


2) La esencia de la técnica


El hombre es el pastor del ser: es, en toda la existencia, aquello que accedió a poder preguntarse por él. Y también es lo que ha olvidado que tiene esa posibilidad. El hombre pastor choca con el hombre de los humanismos tradicionales. Heidegger lo vincula con su crítica a la técnica moderna al pensar que la misma es también un modo de aquel olvido, y por lo tanto quiere ofrecer alternativas para otro humanismo posible. En la situación actual el hombre aparece como un ser eminentemente tan vivo y racional que se da cuenta de que la naturaleza es un stock ilimitado de energías sin liberar. Por eso el autor va señalar que los desarrollos del sXX no son una deshumanización, son el evidente resultado de la imagen de lo humano como “conquista” de la naturaleza. En, al menos, dos sentidos: la relación sujeto-naturaleza bajo la lógica de amo-esclavo; pero también dentro del hombre mismo, entre su animalidad opuesta a su razón.

Sin embargo, dice Heidegger, cuando nosotros nos abrimos propiamente a la esencia de la técnica nos encontramos tomados por un reclamo liberador. Pero hay que considerar a lo que está dispuesto en el sentido de destino y de peligro. Activar sólo lo desocultado en el establecer constante y tomarlo como medida de todo es un peligro. ¿Pero en realidad es la esencia de la técnica, lo dispuesto, común de todo lo técnico? Lo dispuesto no es jamás la esencia de la técnica, es simplemente un modo destinal del desocultar, el de provocar. También una forma de póiesis pero con un dislocamiento en cuanto a su destino. El destino fatal del desocultamiento técnico es “el” peligro, porque el hombre ya no se encuentra ni en partes a sí mismo, y decimos que ha perdido su esencia. Pero el peligro real radica, no en la técnica misma, sino el misterio de su esencia (Heidegger, 1997 p.138-139). Reconoce que la amenaza no viene al hombre de las máquinas y aparatos, sino que la misma se ha introducido en la esencia del hombre, amenazando acabar con la potencialidad de retrotraerse a un desocultar “más originario”.


En lugar de permanecer entretenidos sólo con los aparatos, consideremos lo que esencia (como verbo) la técnica. Por eso, mientras concibamos la técnica sólo como instrumento, o sólo desde el hombre, vamos a permanecer apegados a querer dominarla y omitiremos la cuestión de su esencia. En la situación en que está, lo esencializante de la técnica amenaza con la posibilidad de que todo desocultar vaya a parar al establecer, y que todo desvelamiento sea sobre lo constante. Sin embargo, en otro tiempo se llamó techné también a todo desocultar que producía verdades, así como también se llamó techné al producir lo verdadero en lo bello; como asimismo a la póiesis artística. Incluso lo poético traspasa a todo arte, y es en ese sentido, una trasesencia. Hölderlin va decir que “poéticamente habita el hombre sobre esta tierra”, recuerda Heidegger. Éste observa que cómo la esencia de la técnica no es nada técnico, la reflexión sobre la técnica se puede hacer siguiendo el modelo del arte, mientras no se cierre a la contestación de la verdad. En ese contexto llama la atención de que frente a tanta técnica descuidamos la esencia del arte. Pero, en definitiva, la técnica es para Heidegger algo que nos exige que pensemos en otro sentido lo que comúnmente se comprende como esencia.


Para redondear


Heidegger piensa que cuanto más nos acercamos al peligro, más claramente destella el camino de lo salvador. Preguntar qué es la técnica nos habilita a repreguntarnos qué es el hombre, y a partir de eso es posible volver a preguntarse por el ser. Los humanismos del sXIX y XX no aceptan que el hombre sea desplazado del centro como el individuo o el sujeto, de la técnica, e interpreta eso como “deshumanización”. Entendemos entonces la actitud de Heidegger, que les recuerda a todos los humanistas ven en la técnica y la tecnología solo un peligro y salen a denunciar la tecnificación de todas las esferas, que esa idea ya está contenida en el proyecto mismo del humanismo. El hombre humanista ya no puede reconocerse en aquello que crea y quiere dominarlo y no puede, porque no lo entiende, entonces tiene miedo de que la relación de dominación se invierta.


La técnica moderna descripta por Heidegger es el fin de la metafísica occidental porque consuma el olvido de los distintos modos de preguntarse por el ser. En ese sentido dice que “sólo dios puede salvarnos ahora” –trayendo nuevamente a Hölderlin. Salvar es reconducir hacia la esencia. En otro texto, emparentado también con este, Heidegger nos pide “serenidad” ante las cosas y apertura al misterio del sentido oculto del mundo técnico. Un camino posible para pensar la esencia de otro modo puede estar en el arte, y reconociendo lo que es esencial para ella podemos pensar en la esencia de lo técnico y repensar la relación del hombre con el entorno tecnológico que le es coextensivo en su tiempo. Justamente el texto corresponde a una conferencia que da Heidegger en 1953 para un instituto de Bellas Artes, como parte de un ciclo llamado “Las artes en la época técnica”.


Por último, podemos mencionar también que el planteo se enmarca, al igual que en algunos de sus colegas, en pensar condiciones para una nueva filosofía de la técnica que se adapte a los tiempos de la cibernética. Heidegger básicamente piensa que es un peligro del que quizá no haya salvación, porque lo que quiere es maquinizar el lenguaje y el pensamiento, bajo el modelo informacional: todo es entendido como sistema que procesa información, independientemente de su tipo de soporte. Ahí también se juega el destino del hombre porque en el lenguaje está la posibilidad de otro modo de un desocultar poético. Si el hombre renuncia al lenguaje pierde su esencia ante la técnica y la cibernética.


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Notas


(1) Tomamos la traducción chilena de la versión de “La pregunta por la técnica” publicada en Heidegger, M. (1997) Filosofía, Ciencia y Técnica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Prólogos de Francisco Soler y Jorge Acevedo. En la introducción se menciona que los textos de Heidegger incluidos en la primera edición -"La pregunta por la técnica" y "Ciencia y Meditación"- forman parte del libro Vortrage und Aufsátze (Conferencias y artículos). En la segunda edición se publica un artículo titulado "La Vuelta" (Die Khere), el cual es parte de Die Technikund die Kehre (La técnica y la vuelta)(1962), , el cual es interesante y esclarecedor leerlo a la luz de lo que se plantea en "La pregunta por la técnica". También vamos a cotejar con la traducción española Eustaquio Barjau, de Conferencias y artículos (1994), ediciones del Serbal, España.


(2) La central hidroeléctrica no está construida en la corriente del Rhin como los viejos puentes de madera, que, desde hace siglos, unen una orilla con la otra. Más bien, está el río construido [obstruido: verbaut] en la central. Es, lo que ahora es como corriente, esto es, proveedor de presión hidráulica, desde la esencia de la central eléctrica.


(3) Viene del siglo XVII. Por su parte, la técnica de máquinas se desarrolla especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII. En ese sentido, la técnica moderna es, con respecto a la esencia dominante en ella, históricamente previa.



Bibliografía Consultada

Heidegger, M. (1997) “La pregunta por la técnica” publicada en Filosofía, Ciencia y Técnica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Prólogos y trad. de Francisco Soler y Jorge Acevedo.


Heidegger, M. (1994) Conferencias y artículos, ediciones del Serbal, España. Trad: Eustaquio Barjau.


Rodriguez, P. E. Sobre el vínculo entre humanismo moderno y filosofía de la técnica: Martin Heidegger y Gilbert Simondon. Revista CTS, nº 14, vol. 5, Mayo de 2010 (pág. 163-172).



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