Tesis para la era atómica de Günther Anders
- Rosario Cosci, María Laura Picón
- 4 abr 2024
- 3 Min. de lectura
En febrero de 1959, en la Universidad Libre de Berlín (Freien Universität Berlin), Günther Anders impartió un seminario de dos días sobre Los problemas morales de la Era Atómica. Al concluir el seminario, los estudiantes solicitaron a Anders que les dejara un documento de discusión. Anders les proporcionó sus “Tesis para la era atómica” (2004) en 1960 expresando su deseo de que fueran usadas sólo para debatirse con un público más amplio.
En el texto realiza un análisis antropológico, ético y político de una nueva era historica que comienza con el lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, matando a más de 70.000 personas al instante. Una segunda bomba siguió tres días después sobre Nagasaki y mató a 40.000 personas más. Este hecho habilita la hipótesis del riesgo nuclear de un colapso ambiental que podríamos vivir y el peligro existencial que representa. A partir de este dato el autor propone no preguntarse ya cómo deberíamos vivir, sino más bien si viviremos.
“Las nubes radioactivas no se molestan de fronteras nacionales” (Anders, 2004, p. 2), por lo que representan un peligro para la humanidad entera. Nos enfrentamos a la incapacidad de observar y darnos cuenta de las realidades que el obrar de nuestra propia especie ha producido. Nuestro horizonte perceptivo acerca del mundo es demasiado estrecho, entonces para conocer la verdad sobre la existencia y la historia en la era atómica debemos imaginárnosla. Lo que tenemos que imaginar es la inexistencia total, no el no-ser de algún ente en un marco de referencia, si no todo el no-ser, incluyendo al marco de referencias en sí mismo.
Un aspecto relevante de la revolución atómica es su carácter in-activo. Las acciones se caracterizan por que son significadas y entendidas como tales por los sujetos actuantes. Aquellas acciones que antes se consideraban actividades han sido sustituidas por el trabajar y el gatillar. Por trabajar entiende una forma camuflada de acción. Trabajar es para el actor algo moralmente neutro, irrelevante. El desarrollo del trabajo es irreflexivo y por lo tanto exime de responsabilidad moral a los agentes: los soldados nazis no habían hecho “nada” más que trabajar y por ende no son responsables de la atroz naturaleza de sus actos. Y cuando ese acto no es más que gatillar, el esfuerzo y conciencia del esfuerzo se reducen tanto que el trabajo se camufla aún más. “Ningún apretador-de-botón (si es que todavía se requiere operador tan ínfimo), siente que él está actuando. Y puesto que la escena del acto y la escena del sufrimiento ya no coinciden más, puesto que causa y efecto han sido colocados en lugares separados, nadie puede percibir lo que está haciendo” (Anders, 2004, p. 9). Este fenómeno moral es caracterizado como una doble reificación: las cualificaciones quitadas al hombre en su trabajo pasan a ser cualificaciones de las máquinas atómicas, son ellas mismas las que parecen haber adquirido la capacidad de actuar.
La escena de la acción ha sido separada de la escena a la que ésta afecta, e incluso ha sido camuflada de modo que la acción parezca nada, simplemente in-acción, responsabilidad de la máquina misma. Con esto, los sufrientes de sus atroces consecuencias no odian a sus atacantes. “La guerra atómica será peleada con menos odio que ninguna otra guerra anterior: el atacante y las víctimas no se odiarán recíprocamente, puesto que no se verán recíprocamente. No existe nada más macabro que esta desaparición del odio que, por supuesto, no tiene nada que ver con la paz o el amor” (Anders, 2004, p.10).
Otra cuestión que se aborda es la ceguera moral o incompetencia moral, de quienes tienen el poder o de los físicos que posibilitan el desarrollo nuclear con respecto a las armas atómicas. Si no interferimos ni participamos en decisiones políticas respecto a nuestra propia supervivencia, nos arriesgamos a cometer un suicidio colectivo. “Sí no tenemos en la mente, tercamente, la gran probabilidad del desastre, y si no actuamos consecuentemente, entonces seremos incapaces de encontrar una salida” (Anders, 2004, p. 7). A su vez, esta ceguera toca también a la humanidad sufriente que, incapaz de odiar, ciega ante la posibilidad del desastre, no puede encontrar una salida y sigue trabajando como si el futuro desesperante no les concerniera. El autor afirma que la publicación de esas palabras tiene sentido a la luz de la esperanza de que transformen algo en la realidad. “Sí no tenemos en la mente, tercamente, la gran probabilidad del desastre, y sí no actuamos consecuentemente, entonces seremos incapaces de encontrar una salida.” (Anders, 2004, p. 10)
Bibliografía
Anders, G. (2004) “Tesis para una era atómica” en Artefacto. Pensamiento sobre la técnica, N°5.
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